Reseña de Los Colores de la Tribu por Felipe Burgos

Esta presentación fue leída el 18 de noviembre de 2015 en la Biblioteca Municipal de Chillán, instancia en la que se leyeron algunos poemas del libro, en el marco de lecturas realizada ese día en el establecimiento. Fue escrita a puño y letra por Felipe Burgos -también conocido como Dr. Muerte y/o Dr. Kafka- estudiante de medicina y poeta, asiduo a las sombras del alma y la sangre de los mortales (sus víctimas favoritas) quien actualmente se cree aún reside en esa ciudad, y que amablemente redactó unas cuantas palabras negras, previo a la presentación. A continuación les dejo el texto fraterno de mi amigo amante de las letras, una pequeña introducción a los lectores que vayan a leer la obra:

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El libro Los Colores de la Tribu vio la luz en septiembre 2015 gracias a Editorial Alto Horno, Talcahuano, Chile mediante la gestión de Oscar Vidal, miembro de tal noble institución y también poeta. Importante reconocer el valor de ésta y otras editoriales independientes en rescatar obras perdidas al sur del mundo para forjarlas como acero en las fraguas de la poesía.

¿Cómo definir a Los Colores de la Tribu? Imposible. Una obra cuyo escritor se excusa por no querer adjudicársela pero no por una vana razón sino por la convicción de que de su escritura se gesta desde la masa, desde un medio de infinitas probabilidades, cual incertidumbre cuántica, desde el análisis e intuición de cada lector.

Ahora bien, sí existe un culpable de tal ilusión, pero sólo como un transmutador o alquímico hechicero, y es Francisco Valenzuela Saravia, 1987, residente en San Pedro de la Paz, periodista recientemente titulado de La Universidad Católica de la Santísima Concepción, poeta desde su juventud, participante de diversos talleres y encuentros de poesía en Concepción, Talcahuano, Tomé y Valparaíso además de ferviente estimulador de actos poéticos espontáneos. En 2014 recibe mención honrosa en el concurso de poesía Caballo Furioso de Valparaíso.

El libro Los Colores de la Tribu logra un alcance con lo que fue el movimiento beatnik, pero destacando las multifacéticas corrientes culturales de los 90´ y los 2000, formulando un nuevo aire que podría denominarse post-beat, reencontrándose con la neo-vanguardia, el pop, la contemplación creativa, la psicodelia y los excesos y desencantos de una sociedad globalizada, pero que en cada contexto y lugar mantiene aún su identidad, su fuerza destructora y formadora de nuevas fronteras, utilizando un lenguaje lleno de frescura, potente y sin temor a la derrota, y en palabras del mismo autor, “poesía de clase media media, ni muy minimalista-realista, ni muy docta-barroca, escrita muchas veces como consciente de su intrascendencia”.

Aquí una muestra de algunos de los poemas leídos en esa jornada:

Sobre Quíntuple Fémina de Franco Boza

Al terminar la lectura de Quíntuple Fémina: quimera de cinco cabezas femíneas, escritas por Franco Boza, realmente no puedo dejar de pensar en la primera vez que leí a Octavio Paz. No es justo comparar a los escritores, eso es trabajo de locos aburridos que no saben qué escribir, según mi humilde parecer. Mucho menos me refiero a que Franco copie al mexicano o que su inspiración sea obvia (aún cuando, me parece, en el uso de adjetivos, recursos surrealistas y estética, esto se desliza), sino que solo me dejan gemela sensación después de leerlos; un estrés mental parecido a una cascada inmensa lanzada a mi cabeza en la que se vierten pesadas letras, versos que parecen pasajeros pero que envuelven un gran universo contenido (toda buena poesía intenta esto, qué duda cabe), restos de un río lejano que deben ser también (creo) los restos de su alma, y que brillan.

Realmente al escribir estas palabras no alcanzo a aquella sensación de inmensidad que produce el dejarse empapar por este incontenible chorro de calificativos que quieren nombrar aquello que (sabemos) es indescifrable, el inmenso amor que significan aquellas frases en las que se advierten signos que no existen, ese intento hermoso de los hombres por reconocer a la lejanía a la mujer (la única, perdida en el paraíso) que todos amamos (y hablo de lo femenino, no de las mujeres como sexo). Misma sensación me dejaron varios textos de Paz, claro que sus temáticas eran más variadas (sobretodo después de leer su infinita y agotante antología completa). Mismo sol condensado resplandeció en mi mente, realmente lo pensé así, sobretodo en partes en que el mismo autor se cuestiona y no haya más imágenes para explicar lo obvio, que parece que no entiende, que sabe su búsqueda es infructífera, que a los humanos sólo les queda la esperanza.

En tiempos en que la celebración y la alquimia parece menor ante los juegos aritméticos de la poesía matemática que deslumbra, o los continuos embates del minimalismo silencioso, me parece acertado destacar un texto que desde esta perspectiva no cae en los ripios y clichés de la misma; que se sabe y se cree dispuesta a hablar de la pasión, la renovación del amor y la (des)esperanza de la carne, pero con los pies bien desplantados en la tierra, realmente volando en esas ligas como un Alsino de fuste. Con todo el agrado les dejo un poema de mi última lectura, en específico uno que llamó mi atención por la idea siempre terrorífica y fascinante de mirarnos y ser mirados: se llama Espejo y que está demás desmenuzar más aquí, es mejor que lo lean por si mismos. Además dejo otros regalos, ojalá los disfruten:

 

ESPEJO

 

Si tu par

No sonriese perfecto,

Si tu símil

No observara el detalle,

Si tu espejo no delineara sus curvas

Ni el límite corporal

De sus copas

Arbóreas,

Concentraría

Tus vetas,

Tus suaves

Movimientos

En mis visiones

Purpúreas,

Expectantes,

Salinas…

 

Aun así

Solo el tacto

Te diferencia…

 

DE VUELTA…

 

No pensé la silueta

Y te has prefigurado,

No respiré la frescura

Y casi has seducido,

No vaticiné el encuentro

Diamante de palma

Frágil y te presentaste,

No solicité tus voces

Y has cantado al son

Que más amo…

 

Si mentalicé tus aros,

Tus anillos, tus pulseras

Y te has despojado de ellos

Solo para sentirte de vuelta…

 

SERPIENTE FRÍA

 

Sensación vertiginosa

De serpiente cascabel,

Complicada situación

De vientre y remolinos,

Para qué proyectas la seguridad con notas

Azules y morenas,

Si más de ti no hay

Cuando perforas

La quietud con desazón.

(Antes de) Los Colores de la Tribu

LA CULTURA DE LO EFÍMERO Y EL LENGUAJE TRANSMEDIAL (PARTE 1)

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Sartori, en su obra Homo Videns (1998) se mostró receloso ante el advenimiento de lo que denominó el imperio de la imagen, frase representativa de una serie de fenómenos tecnológicos –y que influenciarían (hasta nuestros días) el pensamiento humano- como lo son la T.V. y más recientemente el Internet; milagros de la comunicación que alcanzan tal nivel de evolución que ya parecen formar parte inseparable de nuestra cotidianidad.

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La transmedialidad –redes sociales, world wide web, etc.- además, supone un efecto aún insospechado a nivel psicológico, emocional, o hasta físico, en sus felices usuarios. Lo existente (significantes) ya no es sólo advertido por los cinco clásicos sentidos naturales, sino también por (y a través) de los de una máquina, maneras que bien pudieron inaugurar una nueva coyuntura histórica, similar a la que experimentaron los griegos hace casi tres mil años, pues anuncian un nuevo tipo y uso del lenguaje, sus códigos y la expresión que presupone. Da a nuestro tiempo una importancia significativa, al intentar definir cuáles serán las reglas del juego existencial, al momento de relacionarnos (a futuro) con estos avances.

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Olvidando conceptos positivistas (y tal vez ingenuos) debemos considerar que la llamada aldea global, además de todos los beneficios que acarrea, supone también un debilitamiento de la grafósfera –ya en crisis- herramienta que construyó a la civilización occidental, elevándose como la única singularidad que nos diferenció del animal; el imperio del logos –definida como la palabra meditada, reflexionada, o razonada- capacidad de abstracción, o de crear un significado representativo, o un signo del significante específico –propia del homo symbolicum– sería lentamente atrofiado/a por las nuevas capacidades técnicas.

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Transformados los hombres -en un contexto espacial (virtual)- en homo videns, lentamente verán sus capacidades distorsionadas, bien pudiendo relegar esa acción –el crear una imagen en nuestra mente- a la máquina, instrumento que en segundos reproduce (para nuestro deleite) incontables textos instantáneo-sensorios iguales o mejores que nuestra propia realidad imaginada. Otra posibilidad previsible es que las mismas capacidades se vean potenciadas, maximizadas, pero totalmente subordinadas al poder sintético.

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Si somos o no testigos del fin del lenguaje conocido, espectadores de su decadencia, a manos de la aceleración de la información, sometida al desenfreno de esta hiperrealidad, será tema (seguramente) de discusión para incontables investigadores en las próximas décadas (…)

@

 SToNE  RoSES

 

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dos rosas de piedra

trascienden el hielo de la noche

tragándose a la otra

sus sienes esquizoides

conciben desafinar  un millar perceptivo

mascando injertos e infusiones de dudoso proceder

sus redobles neuronales

solo atinan quemar

vencidas por el hambre

torturadas por la deshidratación

se miran     besan     y envuelven

entre   colillas    bichos    mordiscos     alientos

y gustan de  cada olvido

cada  risa

cada temblor

cada efecto

que destense esa dureza

ese tiempo

que insiste

prevalecer

finalmente sus pétalos

asidos el uno al otro

se despiden

juntas amiga                                                                                   

hemos contenido                                                                            

nuestra destrucción

 

 

por @

El hedor de los muertos (héroes)

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Era de noche. Recorría las calles de Concepción -posterior a una presentación de libros, en casa 916- con la poeta C. Ambos discutíamos airadamente el incierto presente de la literatura chilena. Muy enérgica, como enojada, como herida, mi amiga repetía (con voz autoritaria) faltan héroes güeon, faltan héroes en este país de mierda. Héroes: ¿rostros valientes a los que adherirnos? ¿Seres dignos de respeto? ¿U otra foto romántica para los letrosos catedráticos de siempre? ¿Más Cristos que den su sangre por nuestros pecados? A veces (no sé ustedes) se me hace innecesario ver tanto avatar, el ver ensalzado tanto rey de blanco y negro, esos que reaparecen de vez en cuando en algún homenaje.

Disculpen, pero a mí ya me está pudriendo esta sociedad de íconos, este individualismo, este infinito de estrellas promovido por la sociedad y la massmedia. Quién sabe. Tal vez exagero. Tal vez la única forma de reconocer a nuestros ilustres, aquellos que dieron algo (de sí) por el futuro, sea el obsesionarnos con su figura, y el tener que reproducirla por siempre y para siempre en diferentes formatos (cine, Tv, internet). Más para quienes gustamos de la poesía, arte tan poco validado y reconocido, y del que nadie sabe nada (aceptémoslo). Pero es que me pudre (en general) el inmenso ego, ese que hasta rompe con el tiempo y el espacio, y se posiciona en lo más profundo del inconsciente colectivo, para embobarnos con una sombra difusa, estéril, vacía.

Ni la foto de Rimbaud, ni la de Pamela Díaz me interesan, sino la obra que dejaron, su legado (o sea, el de la última, una tristeza). En un mundo en que la videósfera dicta nuestro conocimiento, aquellos líderes de opinión, aquellos que exigen nuestra pleitesía, pareciesen ser aquellos más superficiales, aquellos cretinos que tras un micrófono, o un buen maquillaje pretenden ser mejores que nosotros. Por ello, el cuidado que debemos tener con nuestros héroes ¡mucho cuidado!

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A veces pienso que quienes deberías quedar en la retina, son aquellos que menos buscaron la fama. En otras me digo esto es un mito por algo llegaron a mí, algo hicieron para que se transformaran en personajes respetados. Ellos, en algún momento, igual buscaron trascender, todos buscan la inmortalidad de una forma u otra, y no por el mero hecho de ser amados, sino para dar testimonio de la grandeza. Eso es, esos son quienes merecerían mi respeto me dije aquellos que sea de forma anónima, o pública (no importa) lograron un cambio. Ahí está, esos son mis héroes.

Pero y actualmente, quiénes son nuestros héroes. Qué desgracia, todos los míos están muertos, y qué pretencioso ¿no? mejor darle reconocimiento a los muertos que a alguien vivo. ¿Por qué será que (aún más entre escritores) le damos tanto crédito a los muertos, más que a los vivos? Bueno, todos los míos comer tierra, y casi todos murieron de forma nefasta. Por qué será  que nos atrae tanto esa belleza rota, esa hermosa tragedia que marca el final de ciertas personas (bueno, ese es otro tema). Pues bien, la última figura que se me viene a la mente, no es ni siquiera la de un escritor, ni mucho menos un gran político, sino la de un cantante, el vocalista de la banda black metal Mayhem.

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Dead: máscara de su verdadero nombre (Per Yngve Ohlin) fue uno de esos tipos de puta madre. Justamente hoy veía un documental de su vida, en que resumían un sinfín de estupideces que solía efectuar. Hijo de puta me dije este hace lo que quiere. Si quiere, se pega un escopetazo en la cara (a lo  Hemingway) y se suicida. Si quiere, va y quema unas cuantas iglesias, por el puro gusto de adorar a Satanás. Si quiere, se sube al escenario, y le tira su sangre al público. Esto y otras (tantas) anécdotas me inspiran hoy a relatar su vida, sin si quiera saber bien por qué. Tal vez sólo por ello, por que hizo lo que quiso y nada más.

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¿Será que los héroes no los dicta exclusivamente la moral? Tal vez reflejan algo aún más profundo, algo aún inexplorado en la psiquis y que a toda costa necesitamos suplir. Tal vez, es una mera respuesta obligada a nuestras carencias, a nuestras verdaderas ansias de expresión. ¿Será que todos esos rostros, todos esos famosos ídolos, no son más que el más secreto de nuestros sueños? Claro, los admiramos, pero también los envidiamos. Tal vez sólo queríamos su vida para nosotros.

En ese caso, mi héroe me presenta una respuesta muy desoladora. Tal vez yo no hago, exactamente, aquello que quiero hacer. Tal vez nunca hice lo que se me dio la gana. Buen ejercicio, pero basta, basta con esto de los héroes.

 Francisco Valenzuela S.

Reveko de la Jara en la Feria del Libro Leído

Reveko de la Jara: la biografía olvidada de los noventa

  • Uno de los secretos mejor guardados de la poética de Concepción vive y respira en Penco. Reacio a las luces, antologías diferenciales, la fama temporal, y/o la efímera fortuna, este casi anónimo autor cuenta con el respeto y la atención de todo un medio underground y contra-cultural.

Mediodía. El sol primaveral quema cientos de cabezas curiosas, agolpadas en Plaza Independencia (Concepción). El calor parece aumentar la sed (cultural) de los penquistas que, cual ratas inquietas, fisgonas, recorren la VII Feria del Libro Leído; evento que desde el domingo – 25 de Noviembre – hace gala de sus apolillados tesoros; viejas novelas, poemarios, cuentos, fábulas y leyendas de segunda mano que esperan el ojo atento de algún ávido lector. Roídos por el tiempo, estóicos, aguardan en los stands, uno que otro clásico olvidado de la literatura mundial; un Ulises (de dos tomos) de James Joyce; un Silmarillion pirateado, pero en buen estado, de J.R.R. Tolkien; una Antología de Poetas Malditos, a tres mil pesos; y un poemario de George Trakl, en promoción.

Entre aquellas montañas del conocimiento y la imaginación – acomodado, tras la sección dispuesta a escritores regionales – como mirando un punto lejano en el horizonte, en silencio, aguarda (sentado) Christian Reveco Jara, más conocido en el mundo de las letras por su seudónimo: Reveko de la Jara; poeta, locutor radial y gestor cultural. A su diestra, como a la orden, Alan González – folklorista y lírico emergente – lo asiste en la venta de su última publicación: el cuaderno literario Densueño – editado por Le petit Vitrolar – producción que viene a rematar más de veinte años de creación auto-gestionada, cuarenta y tres años de existencia avocada al arte y el saber.

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 Sobre su niñez, familia y adolescencia…

 Al tiempo que Reveko rememora su pasado, a lo lejos, se oye “The Lonely Shepherd” de Gheorghe Zamfir, soundtrack de la serie Kung Fu (David Carradine) y de la película Kill Bill, de Quentin Tarantino – en diferentes puntos de la cuadra, cinco parlantes amenizan el acto, junto a un escenario, auspiciado por la Municipalidad – arreglo orquestal que bien contextualiza el peregrinaje de este verdadero monje de la palabra; sus primeros pasos; su venida a la región, desde la capital (su ciudad natal); las incontables aventuras y desventuras que van formando, poco a poco, el mito de su vida.

Una historia que parte en Abril de 1971, en San Miguel: un San Miguel absolutamente distinto al Chile actual, esta comuna tiene una carga política interesantísima, tenía una vida absolutamente de barrio y eso marcó mi niñez. De inmediato, parece imposible separar al Reveko persona, del Reveko político: con un amigo teníamos unas figuras humanas articuladas, a una le agregué una pistola, ese personaje (en sus fantasías) mataba a Pinochet, cuenta, entre risas. Con orgullo, se caracteriza como el menor de tres hermanos; hijos de un maestro prensista y una modista, dos oficios que parecen la mezcla perfecta para crear a un buen poeta: por eso mi seudónimo: Reveko de la Jara, porque yo acepto satisfactoriamente el oficio de mis padres: Don Rodolfo Reveco Jara y doña Marta Jara Jara.

-¿Qué recuerdas de tu juventud?

-Desde los cinco años que escucho Queen, Led Zepellin y los Kiss, mi hermano me obligaba a recitarle a sus amigos de colegio las letras de sus canciones, los nombres de sus integrantes, o el título de sus discos, yo era un pequeño loro, mi físico, además, era bastante divertido, era bajito, cabezón y con lentes poto de botella, era prácticamente una caricatura…

-¿Te gustaba la idea de satirizarte, eso hizo más fácil tu adolescencia?

-Depende exclusivamente de tu entorno, no hay nada particular en ti, si tus compañeros no te encuentran algo, ser un galán me era imposible, preferí aprovechar mi estampa de dibujo animado, para salir con alguna otra fortaleza, en aquel tiempo pensé que iba a pasar desapercibido, por ser un enano con gafas, pero ahora me doy cuenta que habían otras características que llamaban más la atención…

Durante la media, Reveko da cuenta de los primeros síntomas de la enfermedad que padecerá hasta nuestros días: no era ciego, pero era un piti, tanto así que yo nunca vi la pizarra en el colegio, cuenta, con expresión seria, como mi padre era imprentero, siempre había revistas en mi hogar, por lo que podía leerlas más fácilmente, ahí recién conocí la literatura, sólo así pude leer las palabras, pero casi tocándolas con mi nariz. A la manera de Borges. A pesar de su condición médica, explica que esta no fue un impedimento para aprender, salvo la cultura bajo el yugo de la dictadura: nosotros éramos ultra occidentales, mi generación era la que no sabía dónde quedaba Chimbarongo, pero sí Memphis, Londres, la diferencia entre Irlanda del Norte y la del Sur, pero anda preguntarnos sobre la matanza de Santa María de Iquique, no teníamos idea.

Enlace Wikipedia: Matanza de la Escuela Santa María de Iquique

Contra viento y cataratas logra entrar al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile: mis papás querían que tuviera un título profesional, a mí me atraía más la idea de estar en un recinto repleto de minas, donde se formularan cadenas de expresión, me gustaba mucho la libertad, relata, con nostalgia. Sin poder disfrutar plenamente de aquel proceso, en este tiempo pierde definitivamente la visión: lamentablemente me estaba quedando ciego, por lo que la experiencia intelectual no fue de las mejores, esto ocurrió desde los veinte años en adelante, eso me significó perder oportunidades, cambia el tono de voz, ya no se trataba de ser o no ser una caricatura, sino de vivir momentos de angustia.

Reveko revela verse obligado a dejar de estudiar, teniendo que esconder su ceguera para obtener trabajo, la mayoría: subempleos; lugares en que no le exigen ni el 10 % de sus capacidades. Es blanco de la discriminación laboral y cae en la depresión. En paralelo, florece una impensada primavera, su verdadera pasión: la poesía.

Sobre la literatura, el oficio de escritor…

 Su larga carrera – Blanco y Negro (1992), Papel Lustre (1994), Poesiamable (1996), A.M. (2001), Autopirateándome (2005), Alas de Sidra (2009), Eslabón Perdido (2012) – ratifica las dotes escriturales del artista, a pesar de que esta parece acomodarse sólo en un contexto regional, o sea, al margen de las grandes distribuidoras de best sellers, o de la capital (Antártica, Contrapunto, etc.). A sus ojos, pertenecer a tales comerciales: no va a ser ningún negocio, excepto para ellos. Aún peor, afirma que: va a quedar como que me hicieron un favor, o sea raya para la suma: cero. Tales  convicciones nacen del temor, sin dudas, a tener que ceder la propia libertad: tener un trato con una editora, debe ser lo equivalente a formar parte de un partido político, tú no eres nadie, el partido lo es todo, sentencia.

-¿Vez con buenos ojos el movimiento editorial independiente?

-Me encanta saber que los cabros están ahí; corcheteando, cortando papeles, haciendo sus propios libros, se dieron cuenta que no tienen que pedirle permiso a nadie para sacar su obra…

-Muchos autores están optando por internet…

-No me niego a ninguna posibilidad, lo que me gusta es que el libro traspase su estatura física, el formato online es bueno, lo único malo es que lleva a las personas a parpadear frente al texto, en vez de leerlo, le tengo cierta sospecha a este multi-universo de cosas revueltas…

-¿Vez con nostalgia al libro clásico, el tocarlo, el sentirlo entre tus dedos?

-Portar un libro es una historia maravillosa, el lenguaje es un atesoramiento, no le tengo miedo a otros formatos, pero creo que no voy a ser yo quien va a terminar defendiéndolos, sino que van a terminar resguardándose solos.

El artista colabora, actualmente, con: bandas de rock (Luxuria Jamaica Pub), solistas, y líricos (mayormente) jóvenes, por tanto no se siente identificado con una sola promoción, en su caso, la de la década de los noventa: a mí no me gusta esto de las generaciones, si mi vecino tiene dos autos y yo no tengo ninguno, para las estadísticas ambos tendremos un vehículo, en cuanto a las generaciones es lo mismo, hace que se cuelguen muchos (escritores) que no tienen ninguna importancia, o validez. Más que un grupo, prefiere hablar en plural: la generación somos todos, también colaboran los que no escriben, hay una figura tan importante como el escritor: el lector.

-¿Te sientes validado por esos lectores?

-Me siento más validado por ellos que por los escritores, porque estos últimos cuidan su rancho, muy preocupados de sus premios, el novelista penquista está muy metido en lo fashion, en el protagonismo…

-¿Qué significa para ti el éxito literario? ¿Va ligado a la venta de libros, a la fama?

-El triunfo de la literatura es cambiar los temas de conversación, cuando un ser humano tiene la posibilidad de sonreír frente a algo que antes le parecía amargo, es porque está viendo la vida desde otra perspectiva, cada uno de nosotros tiene que aprender a mirar en 360º.

-¿Admiras a otros escritores?

-Si te tengo que dar un nombre, aquí de Concepción: Damsi Figueroa, creo que ella rompe el promedio, por otro lado, a nivel nacional, me parece insolente que esperáramos un siglo para homenajear a Nicanor Parra, también me gustaría leer más columnas de Hernán Rivera Letelier, que nos hablara en extenso de la pampa (en algún diario).

-¿Qué escritores detestas?

-Me molestan muchos escritores; su omnipresencia, su acaparamiento, su vinculación al poder, no me interesa que alguien me venga a defender a Raúl Zurita, por ejemplo, lo encuentro un ser despreciable, él a caricaturizado la imagen del poeta para su beneficio (…) cómo va a ser que Diamela Eltit se casa con Raúl Zurita para ser alguien, como tan corrupto…

-¿Te acomodas con algún movimiento, vanguardia, o estética particular?

-La gran poesía chilena llegará hasta Teillier, Enrique Lihn, de ahí hay un estancamiento serio, del cual también soy parte, pero tomando en cuenta que me considero un poeta joven…

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-¿Qué cuenta, qué nos dice, de qué habla tú poesía?

-Hasta hoy había escuchado a millones de personas decir que ser rebelde era ir al choque con esta sociedad, ser violento, hoy creo que se es más revolucionario siendo celebrativo, demostrándole al mundo que la felicidad no tiene porque ser un espacio que lo definan las grandes tiendas comerciales.

-¿Más que la celebración de lo superficial, es una celebración de lo humano?

-Sí, la celebración mía no tiene que ver con si mi equipo de fútbol gana o pierde, la celebración es por jugar, por volver a jugar, por verme en una dinámica  profesional, esta agilización de la vida es lo que te hace ser parte del universo.

Epílogo

 Antes de despedirse, ya más distendido, con voz segura, grave, el poeta responde con duros términos, respecto al presente de la literatura criolla. En dos, tres palabras, se describe y adscribe como: un ser que no se conforma con la fomedad de este mundo. ¿Miedos? A la soledad absoluta, o un accidente que me complique las piernas. ¿Alegrías? Los amigos expresándose en cervezas, en tocatas, en lecturas. ¿Colores políticos? Izquierda, pero no una con la cabeza gacha, sino erguida, responsable de sus actos, una creativa, humanista. ¿Religión? Creo en la existencia de una fuerza mayor, que el ser humano jamás va a poder imaginar. ¿Momento más feliz de tu vida? Yo siempre escribo anécdotas felices, en un documento, el instante más feliz es cuando me doy el lujo de leerlas todas. ¿Peor momento de tu vida? Cuando quedé absolutamente ciego, y tuve que contarle a mi familia. ¿Poesía? Una buena fiesta. ¿Qué te produce ira? La poca consciencia de la gente, me dan ganas de matarlos, y no metafóricamente. ¿Qué te enternece? Las madrugadas, un día recién nacido, como que todo está partiendo, me encanta.

Respecto al futuro, Reveko se muestra esperanzador, incluso con la convicción de haber realizado algo significativo. Además de patrocinar una editorial audible – para personas ciegas – por la que, cuenta, deberá dividir su carrera en dos, argumenta lograr (además) nuevos lectores en este país, convertirlos en personas que gustan de la literatura. Un dato que avala estos dichos es, recientemente: haber logrado más de quinientos cincuenta copias vendidas, con Eslabón Perdido, su penúltimo poemario independiente.

Sin dudas, Christian Reveco Jara – Reveko de la Jara, para el mundo – es un testimonio vivo del patetismo, entendido patetismo pero no por su concepción negativa, o noción moderna, sino patético; por su naturaleza indomable, por su idea de superación ante la adversidad, ese postrero destino que parece haberle dado la espalda. En esta lucha, su antorcha, su estandarte, brilla con los colores del sentimiento humano más puro: la alegría. Quién dijo que los escritores eran seres negros, depresivos, proclives al suicidio. Día a día, Reveko nos enseña una lección digna de aprender; la genialidad de entender que caer (y creer) en la derrota, es la excusa de los mediocres, mientras que sonreír, es la de los sabios, los maduros, los grandes.

Entrevista redactada el 9 de Diciembre de 2014

por Francisco Valenzuela S.