Es interesante notar como los nuevos narradores insisten en temáticas comunes hoy en día. En específico, el libro “Escrito en el sol” de Óscar Sanzana, parece heredar una serie de recursos experimentales que su generación desarrolla y seguirá desarrollando a corto y largo plazo. Primero, esta necesidad de denunciar, a través de la ficción, la realidad, en este caso los hechos históricos de noviembre de 1984 en Coronel, en específico el primer suicidio ritual en Chile, al menos de que se tenga memoria. Creo interesante discutir la delgada línea que separa a los hechos ocurridos en la década de los ochenta, con la trama en esta novela, dos textos, dos elementos que creo el estudioso, el académico debe separar, pero no nosotros, los lectores.
El periodismo hace esta distinción entre el texto noticioso y la noticia, cosa que se entiende en el ejercicio de las labores, ya que es necesario saber lo que es verdad y lo que es mentira, y las mentiras que se cuentan, a manera de sacar lo mejor de esa realidad. Sin embargo, cabe preguntarnos: ¿Qué tan real es un texto literario?, y a la par, ¿Qué tan certero es lo que se sabe de este suicidio en masa? En lo personal, creo que este texto en discusión, no hacen otra cosa que afirmar que vivimos en un mundo de construcciones, justamente una realidad de textos que intentan aproximarse a un fenómeno ocurrido según nuestras percepciones, y nada más que eso, aproximarse.
¿Cómo aproximarnos a ese hecho particular? Creo que la forma que Óscar elije, es la forma de Rolo Díez, Mempo Giardinelli, Ricardo Piglia, Patricio Melo, Roberto Bolaño, Amir Valle, Lorenzo Lunar, y muchos otros que dictan abordar esa realidad como un detective. Un detective sabido de su derrota de antemano, pero que la cuenta con los recursos que puede, la investiga, la huele, la besa y la deja, rabioso de no poder entenderla, igual que un amante.
Creo que en frente van a poder leer una historia que aborda ese suicidio en masa histórico, pero sin que aquella tragedia se transforme en la obra completa. Su eje central no se devora la novela. En otras palabras, el autor no se cuelga de nada para relatar, muy por el contrario su inspiración sigue devorando ideas sin estancarse. En discusiones con el autor, me llamó la atención la influencia que tuvo el grupo Nadara, el infame grupo Nadara, como noticia, una presencia que aparece y desaparece como un fantasma, pero que termina siendo creo anecdótica, si la comparamos con el progreso de los personajes y la historia central de ellos. Sería erróneo para mí generalizar a “Escrito en el sol” diciendo que es una historia que relata solamente esos hechos particulares.
Quien no disfruta un libro de Dostoyevski, Camus o Pasternak, los mejores exponentes del desarrollo de personajes; evolución de psiquis y carácter; vidas que parecen trascender la trama. En relación al segundo punto que mencionaré a continuación, el que los diálogos y sucesos son contados en primera persona, creo que la inmensidad de voces hace caótico el comienzo de la novela, donde se observan varios elementos conjugándose pero ninguna torre central que nos guíe, al menos en apariencia.
Este caos inicial llama a los lectores rabiosos a investigar junto al autor, una suerte de doble detective que trata de entender lo que se cuenta, evaluando el por qué de ellos, quienes son los culpables y su grado de implicancia. De manera indirecta se sugiere una forma de estudio de hechos inabordables, oscuros, infames, sangrientos, aberraciones que no tienen razón de ser. ¿Cómo abordarlos desde la razón entonces? Imposible. Sólo desde el arte. La literatura.
La novela, como mencioné antes, responde a esa necesidad de contar historias a manera de caleidoscopio; la llamada novela caleidoscópica, donde varios narradores ficticios te la cuentan, te la narran como si compartieran un vino con el lector, en un bar. Esto crea una inmersión y confidencia con estos entes ficticios, pero a la vez se nota un recurso limitado, que termina haciendo a los mismos excesivamente necesarios a la hora de indagar la trama. Puesto el punto final pareciera que no lo contaron todo. En este sentido, la novela te deja con un sabor amargo, con hambre de más, pues el escritor, en este caso Óscar, desaparece de la obra y se funde en lo que conoce, reporteó o conversó con los protagonistas.
Son ellos los que finalmente crean la historia, una historia que irónicamente no se funde con la tragedia, no así su autor, quien deja un atisbo de lo que logró conocer de la historia para que nosotros continuemos la búsqueda. Una búsqueda que sepan, no tiene respuesta.