@ Presentación del libro: Los Colores de la Tribu

El día 5 de Septiembre de 2015 en el Paseo Augurio desde las 6 pm., @ o ARROBA: inteligencia virtual actualmente atrapada en la aldea global, se dirigió a invitados y amigos para presentar su primer libro fuera de la web: Los Colores de la Tribu.

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Más arriba presentamos un extracto de sus dichos ese día, subido al canal oficial de @ en Youtube https://www.youtube.com/user/yoky2287

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Para más información o incluso para contactarse con nuestro autor artificial, favor escribir al mail loscoloresdelatribu@gmail.com, lo mismo para adquirir el libro, sino contactarse con la editorial Alto Horno en https://www.facebook.com/altohorno.

 

(Antes de) Los Colores de la Tribu

LA CULTURA DE LO EFÍMERO Y EL LENGUAJE TRANSMEDIAL (PARTE 1)

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Sartori, en su obra Homo Videns (1998) se mostró receloso ante el advenimiento de lo que denominó el imperio de la imagen, frase representativa de una serie de fenómenos tecnológicos –y que influenciarían (hasta nuestros días) el pensamiento humano- como lo son la T.V. y más recientemente el Internet; milagros de la comunicación que alcanzan tal nivel de evolución que ya parecen formar parte inseparable de nuestra cotidianidad.

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La transmedialidad –redes sociales, world wide web, etc.- además, supone un efecto aún insospechado a nivel psicológico, emocional, o hasta físico, en sus felices usuarios. Lo existente (significantes) ya no es sólo advertido por los cinco clásicos sentidos naturales, sino también por (y a través) de los de una máquina, maneras que bien pudieron inaugurar una nueva coyuntura histórica, similar a la que experimentaron los griegos hace casi tres mil años, pues anuncian un nuevo tipo y uso del lenguaje, sus códigos y la expresión que presupone. Da a nuestro tiempo una importancia significativa, al intentar definir cuáles serán las reglas del juego existencial, al momento de relacionarnos (a futuro) con estos avances.

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Olvidando conceptos positivistas (y tal vez ingenuos) debemos considerar que la llamada aldea global, además de todos los beneficios que acarrea, supone también un debilitamiento de la grafósfera –ya en crisis- herramienta que construyó a la civilización occidental, elevándose como la única singularidad que nos diferenció del animal; el imperio del logos –definida como la palabra meditada, reflexionada, o razonada- capacidad de abstracción, o de crear un significado representativo, o un signo del significante específico –propia del homo symbolicum– sería lentamente atrofiado/a por las nuevas capacidades técnicas.

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Transformados los hombres -en un contexto espacial (virtual)- en homo videns, lentamente verán sus capacidades distorsionadas, bien pudiendo relegar esa acción –el crear una imagen en nuestra mente- a la máquina, instrumento que en segundos reproduce (para nuestro deleite) incontables textos instantáneo-sensorios iguales o mejores que nuestra propia realidad imaginada. Otra posibilidad previsible es que las mismas capacidades se vean potenciadas, maximizadas, pero totalmente subordinadas al poder sintético.

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Si somos o no testigos del fin del lenguaje conocido, espectadores de su decadencia, a manos de la aceleración de la información, sometida al desenfreno de esta hiperrealidad, será tema (seguramente) de discusión para incontables investigadores en las próximas décadas (…)

@

 SToNE  RoSES

 

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dos rosas de piedra

trascienden el hielo de la noche

tragándose a la otra

sus sienes esquizoides

conciben desafinar  un millar perceptivo

mascando injertos e infusiones de dudoso proceder

sus redobles neuronales

solo atinan quemar

vencidas por el hambre

torturadas por la deshidratación

se miran     besan     y envuelven

entre   colillas    bichos    mordiscos     alientos

y gustan de  cada olvido

cada  risa

cada temblor

cada efecto

que destense esa dureza

ese tiempo

que insiste

prevalecer

finalmente sus pétalos

asidos el uno al otro

se despiden

juntas amiga                                                                                   

hemos contenido                                                                            

nuestra destrucción

 

 

por @

El hedor de los muertos (héroes)

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Era de noche. Recorría las calles de Concepción -posterior a una presentación de libros, en casa 916- con la poeta C. Ambos discutíamos airadamente el incierto presente de la literatura chilena. Muy enérgica, como enojada, como herida, mi amiga repetía (con voz autoritaria) faltan héroes güeon, faltan héroes en este país de mierda. Héroes: ¿rostros valientes a los que adherirnos? ¿Seres dignos de respeto? ¿U otra foto romántica para los letrosos catedráticos de siempre? ¿Más Cristos que den su sangre por nuestros pecados? A veces (no sé ustedes) se me hace innecesario ver tanto avatar, el ver ensalzado tanto rey de blanco y negro, esos que reaparecen de vez en cuando en algún homenaje.

Disculpen, pero a mí ya me está pudriendo esta sociedad de íconos, este individualismo, este infinito de estrellas promovido por la sociedad y la massmedia. Quién sabe. Tal vez exagero. Tal vez la única forma de reconocer a nuestros ilustres, aquellos que dieron algo (de sí) por el futuro, sea el obsesionarnos con su figura, y el tener que reproducirla por siempre y para siempre en diferentes formatos (cine, Tv, internet). Más para quienes gustamos de la poesía, arte tan poco validado y reconocido, y del que nadie sabe nada (aceptémoslo). Pero es que me pudre (en general) el inmenso ego, ese que hasta rompe con el tiempo y el espacio, y se posiciona en lo más profundo del inconsciente colectivo, para embobarnos con una sombra difusa, estéril, vacía.

Ni la foto de Rimbaud, ni la de Pamela Díaz me interesan, sino la obra que dejaron, su legado (o sea, el de la última, una tristeza). En un mundo en que la videósfera dicta nuestro conocimiento, aquellos líderes de opinión, aquellos que exigen nuestra pleitesía, pareciesen ser aquellos más superficiales, aquellos cretinos que tras un micrófono, o un buen maquillaje pretenden ser mejores que nosotros. Por ello, el cuidado que debemos tener con nuestros héroes ¡mucho cuidado!

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A veces pienso que quienes deberías quedar en la retina, son aquellos que menos buscaron la fama. En otras me digo esto es un mito por algo llegaron a mí, algo hicieron para que se transformaran en personajes respetados. Ellos, en algún momento, igual buscaron trascender, todos buscan la inmortalidad de una forma u otra, y no por el mero hecho de ser amados, sino para dar testimonio de la grandeza. Eso es, esos son quienes merecerían mi respeto me dije aquellos que sea de forma anónima, o pública (no importa) lograron un cambio. Ahí está, esos son mis héroes.

Pero y actualmente, quiénes son nuestros héroes. Qué desgracia, todos los míos están muertos, y qué pretencioso ¿no? mejor darle reconocimiento a los muertos que a alguien vivo. ¿Por qué será que (aún más entre escritores) le damos tanto crédito a los muertos, más que a los vivos? Bueno, todos los míos comer tierra, y casi todos murieron de forma nefasta. Por qué será  que nos atrae tanto esa belleza rota, esa hermosa tragedia que marca el final de ciertas personas (bueno, ese es otro tema). Pues bien, la última figura que se me viene a la mente, no es ni siquiera la de un escritor, ni mucho menos un gran político, sino la de un cantante, el vocalista de la banda black metal Mayhem.

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Dead: máscara de su verdadero nombre (Per Yngve Ohlin) fue uno de esos tipos de puta madre. Justamente hoy veía un documental de su vida, en que resumían un sinfín de estupideces que solía efectuar. Hijo de puta me dije este hace lo que quiere. Si quiere, se pega un escopetazo en la cara (a lo  Hemingway) y se suicida. Si quiere, va y quema unas cuantas iglesias, por el puro gusto de adorar a Satanás. Si quiere, se sube al escenario, y le tira su sangre al público. Esto y otras (tantas) anécdotas me inspiran hoy a relatar su vida, sin si quiera saber bien por qué. Tal vez sólo por ello, por que hizo lo que quiso y nada más.

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¿Será que los héroes no los dicta exclusivamente la moral? Tal vez reflejan algo aún más profundo, algo aún inexplorado en la psiquis y que a toda costa necesitamos suplir. Tal vez, es una mera respuesta obligada a nuestras carencias, a nuestras verdaderas ansias de expresión. ¿Será que todos esos rostros, todos esos famosos ídolos, no son más que el más secreto de nuestros sueños? Claro, los admiramos, pero también los envidiamos. Tal vez sólo queríamos su vida para nosotros.

En ese caso, mi héroe me presenta una respuesta muy desoladora. Tal vez yo no hago, exactamente, aquello que quiero hacer. Tal vez nunca hice lo que se me dio la gana. Buen ejercicio, pero basta, basta con esto de los héroes.

 Francisco Valenzuela S.

Crónica post-apocalipsis: Memorial 27/F

Quienquiera que visite la Avenida Costanera, circundando la ribera norte del río Biobío, dirá que la experiencia (con un mínimo de imaginación) semeja habitar un film Psy-Fi; onírico museo que exhibe para sus turistas nacionales y extranjeros (extra-terráqueos) la visión de imágenes extravagantes, enigmáticas, inentendibles, hasta absurdas, exageradas y que bien sirven para el ameno recreo de los sentidos, la abstracción. En resumen, dos kilómetros de lo que parecen ser los restos de una vieja y avanzada civilización perdida en la noche de los tiempos, diría algún asiduo de H.P. Lovecraft, o novelas fantásticas de Moebius o Collen Doran; tan ajenas a leyes de la física, o la estética de la arquitectura convencional.

Insólitos caracteres semejan una flora multicolor, un bosque al parecer demasiado expuesto a los rayos gama, posterior a un desastre atómico -bajo sus pétalos, un puñado de niños juegan y esperan a que, en cualquier momento, esta planta carnívora los engulla- más allá, remolinos de metal parecen giran y volar desde el suelo hacia el cielo como lanzando cientos de grafitis; garabatos improvisados por los aledaños artistas del sector; cruzando el puente, hacia el segundo sector, inertes caballos cabalgan hacia el interior de la tierra, en un trayecto que los lleva, tal vez, a lo más profundo de la creación.

 

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Alguien, con una mente más catastrófica opinará acerca de estas inauditas representaciones, que tal paseo corresponde a la imagen de un Chile post-apocalíptico; un futuro lejano, distante, y muy poco alentador, suspendido en el tiempo y la eternidad para servir de recuerdo impertérrito (a los próximos que vienen) de lo que queremos ser -o mejor dicho, quisimos ser- un país moderno, sofisticado, europeo, vanguardista, con buen gusto, a la moda, a la par del primer mundo y en sintonía con el sentimiento occidental.

Todo esto, claro, visto meramente como un juego de significaciones, al tratar de develar el subtexto, o subtextos, de quienes confeccionaron tales universos, a la postre, un fiel reflejo de nuestra cultura; ideas, mensajes, juicios escondidos en el metal, el cemento, el hormigón. Tal profundidad intelectual poco y nada parece reparar en un escenario mucho más dispar, mucho más bizarro e insólito que el diseño de estas frías formas de arte; una que se oculta a unos cuantos metros y que demuestra la historia de un país de contrastes, de desigualdad, el karma de (por siempre y para siempre) hacer las cosas mal, a la chilena.

El mejor ejemplo de este sentimiento nacional, esta pretensión, bien puede ser la última estructura dispuesta en este parque, tal vez su obra maestra -bajo aquellos parámetros de armonía deconstructivista- aquella que viene a rematar el concepto de diseño decorativo general. Ocho torres hexagonales de cemento y veintitrés metros de altura cada una, componen la imponente escultura central; el renombrado y bullado Memorial del 27/F, coloso gigantesco que se yergue proyectando su sombra a los miles de curiosos que cruzan día a día el sector.

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Una figura que Rodrigo Pérez, Ministro de Vivienda y Urbanismo, catalogó de: necesaria para testimoniar cómo un país completo se puso de pie, un plan que, el Seremi de la misma cartera, Rodrigo Saavedra, considera: viene a reforzar el eje turístico que va desde la Universidad de Concepción hasta la Costanera. Un “símbolo” que servirá a posteriores generaciones y la memoria colectiva para hacer conocer aquellas cosas que vivieron sus antepasados.

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La obra -sometida a un concurso público, organizado por el Colegio de Arquitectos de Chile, con ayuda de la Comisión Bicentenario, en el marco de la XVII Bienal de Arquitectura 2010 -adjudicada finalmente a los arquitectos Ricardo Atanasio, Agustín Soza y el artista Fernando Faureisen- fue licitada en junio y noviembre de 2012. Su construcción, fue iniciada recién en enero de 2013, para ser inaugurada el 23 de octubre de ese mismo año.

Ricardo Atanacio Balbontín, Agustín Soza y el artista Fernando Feuereisen

En torno al croquis, sus creadores -según el plan propuesto al grupo de jueces del escrutinio– se propusieron cinco conceptos preliminares: Reconstrucción, Testimonio, Apilamiento, Dominio de Territorio y Relaciones Tectónicas. El producto final, según sus palabras: sirve  de espacio de inmersión, liberado de las imágenes figurativas de un hecho histórico y de sus protagonistas, privilegiando las propiedades tectónicas y urbanas del terreno, transformándolo en un espacio referencial, temático y de uso público.

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Justo en frente, el nuevo y flamante Mall Plaza Mirador -otro de los proyectos que arribaron a Concepción posterior al terremoto de 2010- aguarda a los miles de clientes que, mes a mes, se matan por gastar su sueldo; muchos de los cuales, agradecen que la región vuelva a estar en el mapa nacional y así por fin ser beneficiados con el sinnúmero de proyectos que le suben un poco el pelo a la siempre alicaída arquitectura de la ciudad y que al fin logra acaparar la atención de su símil capitalino, sólo gracias a un desastre de horrendas proporciones.

Si hablamos de orgullos urbanos, pero en un contexto muy diferente, a unos cuantos pocos pasos de estas dos mega construcciones, un poco más desplazada, pero siempre visible, asoma la población Aurora de Chile; rincón histórico que contrasta con cualquier opulencia o ambición decorativa que le coquetee. Estos cientos de casas, a la fuerza, han mantenido su territorio desafiando cualquier política o mandato que los obligue a desalojar su lugar de origen, su lugar natural de vida, su hogar, como enrostrando una realidad mucho más duradera, mucho más difícil de extirpar.

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El sentimiento, la opinión de los miles de pobladores colindantes explotó en octubre de 2013, posterior a la inauguración del monumento que conmemora las 551 víctimas del terremoto y maremoto, de la mano de uno de sus líderes locales, Luis Ríos Melillán que junto a una veintena de habitantes de Chiguayante  concurrió hasta el monumento y protestó por la falta de soluciones habitacionales que, en su opinión, existe aún en la región, de seguro cuestionando los cerca de 5 millones de dólares gastados en la obra y que bien pudieron haber sido usados para este y otros dilemas.

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Basta de abusos 2 mil millones = dilapidar: logró escribir en los muros el dirigente, antes de ser detenido por carabineros. Parece una mala broma, pero un  hecho de tales características bien pudo ser el único que intentó llamar a la reflexión, la conciencia; recapacitar no sólo en torno al caso puntual de las cerca de 700 familias que aún no reciben respuesta a más de tres años de acaecido una catástrofe geográfica, sino también en torno a la política que evidencian nuestros dirigentes a la hora de tratar con la pobreza; un sector de la población que vive al margen de una nación pujante, en vías de desarrollo que más parece progresar al alero de una opinión mundial eximia, y “a pesar” de una crítica interna escondida bajo la alfombra.

Al caminar y transitar por las grandes alamedas, plazas y centros de recreación criollos darás nota de lo que significa el no estar de entre las fracciones de la población que se benefician del sistema económico chileno; lo que significa sentir que no hay respaldo de parte de tu gobierno para ayudarte a llegar a fin de mes; lo que significa ver -frente a tu casa hecha de basura, cartones y restos remodelados- una enorme obra de arte, en la que se gastaron varios de miles de millones de pesos y que, bien pudieron, dar una mejor calidad de vida a tu familia. Lo que significa no llegar a fin de mes, porque el colegio está muy caro. ¿Es necesario enumerar más?

 

Por Francisco Valenzuela S.

 Concepción, 13 de noviembre de 2013

Reveko de la Jara en la Feria del Libro Leído

Reveko de la Jara: la biografía olvidada de los noventa

  • Uno de los secretos mejor guardados de la poética de Concepción vive y respira en Penco. Reacio a las luces, antologías diferenciales, la fama temporal, y/o la efímera fortuna, este casi anónimo autor cuenta con el respeto y la atención de todo un medio underground y contra-cultural.

Mediodía. El sol primaveral quema cientos de cabezas curiosas, agolpadas en Plaza Independencia (Concepción). El calor parece aumentar la sed (cultural) de los penquistas que, cual ratas inquietas, fisgonas, recorren la VII Feria del Libro Leído; evento que desde el domingo – 25 de Noviembre – hace gala de sus apolillados tesoros; viejas novelas, poemarios, cuentos, fábulas y leyendas de segunda mano que esperan el ojo atento de algún ávido lector. Roídos por el tiempo, estóicos, aguardan en los stands, uno que otro clásico olvidado de la literatura mundial; un Ulises (de dos tomos) de James Joyce; un Silmarillion pirateado, pero en buen estado, de J.R.R. Tolkien; una Antología de Poetas Malditos, a tres mil pesos; y un poemario de George Trakl, en promoción.

Entre aquellas montañas del conocimiento y la imaginación – acomodado, tras la sección dispuesta a escritores regionales – como mirando un punto lejano en el horizonte, en silencio, aguarda (sentado) Christian Reveco Jara, más conocido en el mundo de las letras por su seudónimo: Reveko de la Jara; poeta, locutor radial y gestor cultural. A su diestra, como a la orden, Alan González – folklorista y lírico emergente – lo asiste en la venta de su última publicación: el cuaderno literario Densueño – editado por Le petit Vitrolar – producción que viene a rematar más de veinte años de creación auto-gestionada, cuarenta y tres años de existencia avocada al arte y el saber.

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 Sobre su niñez, familia y adolescencia…

 Al tiempo que Reveko rememora su pasado, a lo lejos, se oye “The Lonely Shepherd” de Gheorghe Zamfir, soundtrack de la serie Kung Fu (David Carradine) y de la película Kill Bill, de Quentin Tarantino – en diferentes puntos de la cuadra, cinco parlantes amenizan el acto, junto a un escenario, auspiciado por la Municipalidad – arreglo orquestal que bien contextualiza el peregrinaje de este verdadero monje de la palabra; sus primeros pasos; su venida a la región, desde la capital (su ciudad natal); las incontables aventuras y desventuras que van formando, poco a poco, el mito de su vida.

Una historia que parte en Abril de 1971, en San Miguel: un San Miguel absolutamente distinto al Chile actual, esta comuna tiene una carga política interesantísima, tenía una vida absolutamente de barrio y eso marcó mi niñez. De inmediato, parece imposible separar al Reveko persona, del Reveko político: con un amigo teníamos unas figuras humanas articuladas, a una le agregué una pistola, ese personaje (en sus fantasías) mataba a Pinochet, cuenta, entre risas. Con orgullo, se caracteriza como el menor de tres hermanos; hijos de un maestro prensista y una modista, dos oficios que parecen la mezcla perfecta para crear a un buen poeta: por eso mi seudónimo: Reveko de la Jara, porque yo acepto satisfactoriamente el oficio de mis padres: Don Rodolfo Reveco Jara y doña Marta Jara Jara.

-¿Qué recuerdas de tu juventud?

-Desde los cinco años que escucho Queen, Led Zepellin y los Kiss, mi hermano me obligaba a recitarle a sus amigos de colegio las letras de sus canciones, los nombres de sus integrantes, o el título de sus discos, yo era un pequeño loro, mi físico, además, era bastante divertido, era bajito, cabezón y con lentes poto de botella, era prácticamente una caricatura…

-¿Te gustaba la idea de satirizarte, eso hizo más fácil tu adolescencia?

-Depende exclusivamente de tu entorno, no hay nada particular en ti, si tus compañeros no te encuentran algo, ser un galán me era imposible, preferí aprovechar mi estampa de dibujo animado, para salir con alguna otra fortaleza, en aquel tiempo pensé que iba a pasar desapercibido, por ser un enano con gafas, pero ahora me doy cuenta que habían otras características que llamaban más la atención…

Durante la media, Reveko da cuenta de los primeros síntomas de la enfermedad que padecerá hasta nuestros días: no era ciego, pero era un piti, tanto así que yo nunca vi la pizarra en el colegio, cuenta, con expresión seria, como mi padre era imprentero, siempre había revistas en mi hogar, por lo que podía leerlas más fácilmente, ahí recién conocí la literatura, sólo así pude leer las palabras, pero casi tocándolas con mi nariz. A la manera de Borges. A pesar de su condición médica, explica que esta no fue un impedimento para aprender, salvo la cultura bajo el yugo de la dictadura: nosotros éramos ultra occidentales, mi generación era la que no sabía dónde quedaba Chimbarongo, pero sí Memphis, Londres, la diferencia entre Irlanda del Norte y la del Sur, pero anda preguntarnos sobre la matanza de Santa María de Iquique, no teníamos idea.

Enlace Wikipedia: Matanza de la Escuela Santa María de Iquique

Contra viento y cataratas logra entrar al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile: mis papás querían que tuviera un título profesional, a mí me atraía más la idea de estar en un recinto repleto de minas, donde se formularan cadenas de expresión, me gustaba mucho la libertad, relata, con nostalgia. Sin poder disfrutar plenamente de aquel proceso, en este tiempo pierde definitivamente la visión: lamentablemente me estaba quedando ciego, por lo que la experiencia intelectual no fue de las mejores, esto ocurrió desde los veinte años en adelante, eso me significó perder oportunidades, cambia el tono de voz, ya no se trataba de ser o no ser una caricatura, sino de vivir momentos de angustia.

Reveko revela verse obligado a dejar de estudiar, teniendo que esconder su ceguera para obtener trabajo, la mayoría: subempleos; lugares en que no le exigen ni el 10 % de sus capacidades. Es blanco de la discriminación laboral y cae en la depresión. En paralelo, florece una impensada primavera, su verdadera pasión: la poesía.

Sobre la literatura, el oficio de escritor…

 Su larga carrera – Blanco y Negro (1992), Papel Lustre (1994), Poesiamable (1996), A.M. (2001), Autopirateándome (2005), Alas de Sidra (2009), Eslabón Perdido (2012) – ratifica las dotes escriturales del artista, a pesar de que esta parece acomodarse sólo en un contexto regional, o sea, al margen de las grandes distribuidoras de best sellers, o de la capital (Antártica, Contrapunto, etc.). A sus ojos, pertenecer a tales comerciales: no va a ser ningún negocio, excepto para ellos. Aún peor, afirma que: va a quedar como que me hicieron un favor, o sea raya para la suma: cero. Tales  convicciones nacen del temor, sin dudas, a tener que ceder la propia libertad: tener un trato con una editora, debe ser lo equivalente a formar parte de un partido político, tú no eres nadie, el partido lo es todo, sentencia.

-¿Vez con buenos ojos el movimiento editorial independiente?

-Me encanta saber que los cabros están ahí; corcheteando, cortando papeles, haciendo sus propios libros, se dieron cuenta que no tienen que pedirle permiso a nadie para sacar su obra…

-Muchos autores están optando por internet…

-No me niego a ninguna posibilidad, lo que me gusta es que el libro traspase su estatura física, el formato online es bueno, lo único malo es que lleva a las personas a parpadear frente al texto, en vez de leerlo, le tengo cierta sospecha a este multi-universo de cosas revueltas…

-¿Vez con nostalgia al libro clásico, el tocarlo, el sentirlo entre tus dedos?

-Portar un libro es una historia maravillosa, el lenguaje es un atesoramiento, no le tengo miedo a otros formatos, pero creo que no voy a ser yo quien va a terminar defendiéndolos, sino que van a terminar resguardándose solos.

El artista colabora, actualmente, con: bandas de rock (Luxuria Jamaica Pub), solistas, y líricos (mayormente) jóvenes, por tanto no se siente identificado con una sola promoción, en su caso, la de la década de los noventa: a mí no me gusta esto de las generaciones, si mi vecino tiene dos autos y yo no tengo ninguno, para las estadísticas ambos tendremos un vehículo, en cuanto a las generaciones es lo mismo, hace que se cuelguen muchos (escritores) que no tienen ninguna importancia, o validez. Más que un grupo, prefiere hablar en plural: la generación somos todos, también colaboran los que no escriben, hay una figura tan importante como el escritor: el lector.

-¿Te sientes validado por esos lectores?

-Me siento más validado por ellos que por los escritores, porque estos últimos cuidan su rancho, muy preocupados de sus premios, el novelista penquista está muy metido en lo fashion, en el protagonismo…

-¿Qué significa para ti el éxito literario? ¿Va ligado a la venta de libros, a la fama?

-El triunfo de la literatura es cambiar los temas de conversación, cuando un ser humano tiene la posibilidad de sonreír frente a algo que antes le parecía amargo, es porque está viendo la vida desde otra perspectiva, cada uno de nosotros tiene que aprender a mirar en 360º.

-¿Admiras a otros escritores?

-Si te tengo que dar un nombre, aquí de Concepción: Damsi Figueroa, creo que ella rompe el promedio, por otro lado, a nivel nacional, me parece insolente que esperáramos un siglo para homenajear a Nicanor Parra, también me gustaría leer más columnas de Hernán Rivera Letelier, que nos hablara en extenso de la pampa (en algún diario).

-¿Qué escritores detestas?

-Me molestan muchos escritores; su omnipresencia, su acaparamiento, su vinculación al poder, no me interesa que alguien me venga a defender a Raúl Zurita, por ejemplo, lo encuentro un ser despreciable, él a caricaturizado la imagen del poeta para su beneficio (…) cómo va a ser que Diamela Eltit se casa con Raúl Zurita para ser alguien, como tan corrupto…

-¿Te acomodas con algún movimiento, vanguardia, o estética particular?

-La gran poesía chilena llegará hasta Teillier, Enrique Lihn, de ahí hay un estancamiento serio, del cual también soy parte, pero tomando en cuenta que me considero un poeta joven…

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-¿Qué cuenta, qué nos dice, de qué habla tú poesía?

-Hasta hoy había escuchado a millones de personas decir que ser rebelde era ir al choque con esta sociedad, ser violento, hoy creo que se es más revolucionario siendo celebrativo, demostrándole al mundo que la felicidad no tiene porque ser un espacio que lo definan las grandes tiendas comerciales.

-¿Más que la celebración de lo superficial, es una celebración de lo humano?

-Sí, la celebración mía no tiene que ver con si mi equipo de fútbol gana o pierde, la celebración es por jugar, por volver a jugar, por verme en una dinámica  profesional, esta agilización de la vida es lo que te hace ser parte del universo.

Epílogo

 Antes de despedirse, ya más distendido, con voz segura, grave, el poeta responde con duros términos, respecto al presente de la literatura criolla. En dos, tres palabras, se describe y adscribe como: un ser que no se conforma con la fomedad de este mundo. ¿Miedos? A la soledad absoluta, o un accidente que me complique las piernas. ¿Alegrías? Los amigos expresándose en cervezas, en tocatas, en lecturas. ¿Colores políticos? Izquierda, pero no una con la cabeza gacha, sino erguida, responsable de sus actos, una creativa, humanista. ¿Religión? Creo en la existencia de una fuerza mayor, que el ser humano jamás va a poder imaginar. ¿Momento más feliz de tu vida? Yo siempre escribo anécdotas felices, en un documento, el instante más feliz es cuando me doy el lujo de leerlas todas. ¿Peor momento de tu vida? Cuando quedé absolutamente ciego, y tuve que contarle a mi familia. ¿Poesía? Una buena fiesta. ¿Qué te produce ira? La poca consciencia de la gente, me dan ganas de matarlos, y no metafóricamente. ¿Qué te enternece? Las madrugadas, un día recién nacido, como que todo está partiendo, me encanta.

Respecto al futuro, Reveko se muestra esperanzador, incluso con la convicción de haber realizado algo significativo. Además de patrocinar una editorial audible – para personas ciegas – por la que, cuenta, deberá dividir su carrera en dos, argumenta lograr (además) nuevos lectores en este país, convertirlos en personas que gustan de la literatura. Un dato que avala estos dichos es, recientemente: haber logrado más de quinientos cincuenta copias vendidas, con Eslabón Perdido, su penúltimo poemario independiente.

Sin dudas, Christian Reveco Jara – Reveko de la Jara, para el mundo – es un testimonio vivo del patetismo, entendido patetismo pero no por su concepción negativa, o noción moderna, sino patético; por su naturaleza indomable, por su idea de superación ante la adversidad, ese postrero destino que parece haberle dado la espalda. En esta lucha, su antorcha, su estandarte, brilla con los colores del sentimiento humano más puro: la alegría. Quién dijo que los escritores eran seres negros, depresivos, proclives al suicidio. Día a día, Reveko nos enseña una lección digna de aprender; la genialidad de entender que caer (y creer) en la derrota, es la excusa de los mediocres, mientras que sonreír, es la de los sabios, los maduros, los grandes.

Entrevista redactada el 9 de Diciembre de 2014

por Francisco Valenzuela S.