dos rosas de piedra
trascienden el hielo de la noche
tragándose a la otra
sus sienes esquizoides
conciben desafinar un millar perceptivo
mascando injertos e infusiones de dudoso proceder
sus redobles neuronales
solo atinan quemar
vencidas por el hambre
torturadas por la deshidratación
se miran besan y envuelven
entre colillas bichos mordiscos alientos
y gustan de cada olvido
cada risa
cada temblor
cada efecto
que destense esa dureza
ese tiempo
que insiste
prevalecer
finalmente sus pétalos
asidos el uno al otro
se despiden
juntas amiga
hemos contenido
nuestra destrucción
por @