Reveko de la Jara en la Feria del Libro Leído

Reveko de la Jara: la biografía olvidada de los noventa

  • Uno de los secretos mejor guardados de la poética de Concepción vive y respira en Penco. Reacio a las luces, antologías diferenciales, la fama temporal, y/o la efímera fortuna, este casi anónimo autor cuenta con el respeto y la atención de todo un medio underground y contra-cultural.

Mediodía. El sol primaveral quema cientos de cabezas curiosas, agolpadas en Plaza Independencia (Concepción). El calor parece aumentar la sed (cultural) de los penquistas que, cual ratas inquietas, fisgonas, recorren la VII Feria del Libro Leído; evento que desde el domingo – 25 de Noviembre – hace gala de sus apolillados tesoros; viejas novelas, poemarios, cuentos, fábulas y leyendas de segunda mano que esperan el ojo atento de algún ávido lector. Roídos por el tiempo, estóicos, aguardan en los stands, uno que otro clásico olvidado de la literatura mundial; un Ulises (de dos tomos) de James Joyce; un Silmarillion pirateado, pero en buen estado, de J.R.R. Tolkien; una Antología de Poetas Malditos, a tres mil pesos; y un poemario de George Trakl, en promoción.

Entre aquellas montañas del conocimiento y la imaginación – acomodado, tras la sección dispuesta a escritores regionales – como mirando un punto lejano en el horizonte, en silencio, aguarda (sentado) Christian Reveco Jara, más conocido en el mundo de las letras por su seudónimo: Reveko de la Jara; poeta, locutor radial y gestor cultural. A su diestra, como a la orden, Alan González – folklorista y lírico emergente – lo asiste en la venta de su última publicación: el cuaderno literario Densueño – editado por Le petit Vitrolar – producción que viene a rematar más de veinte años de creación auto-gestionada, cuarenta y tres años de existencia avocada al arte y el saber.

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 Sobre su niñez, familia y adolescencia…

 Al tiempo que Reveko rememora su pasado, a lo lejos, se oye “The Lonely Shepherd” de Gheorghe Zamfir, soundtrack de la serie Kung Fu (David Carradine) y de la película Kill Bill, de Quentin Tarantino – en diferentes puntos de la cuadra, cinco parlantes amenizan el acto, junto a un escenario, auspiciado por la Municipalidad – arreglo orquestal que bien contextualiza el peregrinaje de este verdadero monje de la palabra; sus primeros pasos; su venida a la región, desde la capital (su ciudad natal); las incontables aventuras y desventuras que van formando, poco a poco, el mito de su vida.

Una historia que parte en Abril de 1971, en San Miguel: un San Miguel absolutamente distinto al Chile actual, esta comuna tiene una carga política interesantísima, tenía una vida absolutamente de barrio y eso marcó mi niñez. De inmediato, parece imposible separar al Reveko persona, del Reveko político: con un amigo teníamos unas figuras humanas articuladas, a una le agregué una pistola, ese personaje (en sus fantasías) mataba a Pinochet, cuenta, entre risas. Con orgullo, se caracteriza como el menor de tres hermanos; hijos de un maestro prensista y una modista, dos oficios que parecen la mezcla perfecta para crear a un buen poeta: por eso mi seudónimo: Reveko de la Jara, porque yo acepto satisfactoriamente el oficio de mis padres: Don Rodolfo Reveco Jara y doña Marta Jara Jara.

-¿Qué recuerdas de tu juventud?

-Desde los cinco años que escucho Queen, Led Zepellin y los Kiss, mi hermano me obligaba a recitarle a sus amigos de colegio las letras de sus canciones, los nombres de sus integrantes, o el título de sus discos, yo era un pequeño loro, mi físico, además, era bastante divertido, era bajito, cabezón y con lentes poto de botella, era prácticamente una caricatura…

-¿Te gustaba la idea de satirizarte, eso hizo más fácil tu adolescencia?

-Depende exclusivamente de tu entorno, no hay nada particular en ti, si tus compañeros no te encuentran algo, ser un galán me era imposible, preferí aprovechar mi estampa de dibujo animado, para salir con alguna otra fortaleza, en aquel tiempo pensé que iba a pasar desapercibido, por ser un enano con gafas, pero ahora me doy cuenta que habían otras características que llamaban más la atención…

Durante la media, Reveko da cuenta de los primeros síntomas de la enfermedad que padecerá hasta nuestros días: no era ciego, pero era un piti, tanto así que yo nunca vi la pizarra en el colegio, cuenta, con expresión seria, como mi padre era imprentero, siempre había revistas en mi hogar, por lo que podía leerlas más fácilmente, ahí recién conocí la literatura, sólo así pude leer las palabras, pero casi tocándolas con mi nariz. A la manera de Borges. A pesar de su condición médica, explica que esta no fue un impedimento para aprender, salvo la cultura bajo el yugo de la dictadura: nosotros éramos ultra occidentales, mi generación era la que no sabía dónde quedaba Chimbarongo, pero sí Memphis, Londres, la diferencia entre Irlanda del Norte y la del Sur, pero anda preguntarnos sobre la matanza de Santa María de Iquique, no teníamos idea.

Enlace Wikipedia: Matanza de la Escuela Santa María de Iquique

Contra viento y cataratas logra entrar al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile: mis papás querían que tuviera un título profesional, a mí me atraía más la idea de estar en un recinto repleto de minas, donde se formularan cadenas de expresión, me gustaba mucho la libertad, relata, con nostalgia. Sin poder disfrutar plenamente de aquel proceso, en este tiempo pierde definitivamente la visión: lamentablemente me estaba quedando ciego, por lo que la experiencia intelectual no fue de las mejores, esto ocurrió desde los veinte años en adelante, eso me significó perder oportunidades, cambia el tono de voz, ya no se trataba de ser o no ser una caricatura, sino de vivir momentos de angustia.

Reveko revela verse obligado a dejar de estudiar, teniendo que esconder su ceguera para obtener trabajo, la mayoría: subempleos; lugares en que no le exigen ni el 10 % de sus capacidades. Es blanco de la discriminación laboral y cae en la depresión. En paralelo, florece una impensada primavera, su verdadera pasión: la poesía.

Sobre la literatura, el oficio de escritor…

 Su larga carrera – Blanco y Negro (1992), Papel Lustre (1994), Poesiamable (1996), A.M. (2001), Autopirateándome (2005), Alas de Sidra (2009), Eslabón Perdido (2012) – ratifica las dotes escriturales del artista, a pesar de que esta parece acomodarse sólo en un contexto regional, o sea, al margen de las grandes distribuidoras de best sellers, o de la capital (Antártica, Contrapunto, etc.). A sus ojos, pertenecer a tales comerciales: no va a ser ningún negocio, excepto para ellos. Aún peor, afirma que: va a quedar como que me hicieron un favor, o sea raya para la suma: cero. Tales  convicciones nacen del temor, sin dudas, a tener que ceder la propia libertad: tener un trato con una editora, debe ser lo equivalente a formar parte de un partido político, tú no eres nadie, el partido lo es todo, sentencia.

-¿Vez con buenos ojos el movimiento editorial independiente?

-Me encanta saber que los cabros están ahí; corcheteando, cortando papeles, haciendo sus propios libros, se dieron cuenta que no tienen que pedirle permiso a nadie para sacar su obra…

-Muchos autores están optando por internet…

-No me niego a ninguna posibilidad, lo que me gusta es que el libro traspase su estatura física, el formato online es bueno, lo único malo es que lleva a las personas a parpadear frente al texto, en vez de leerlo, le tengo cierta sospecha a este multi-universo de cosas revueltas…

-¿Vez con nostalgia al libro clásico, el tocarlo, el sentirlo entre tus dedos?

-Portar un libro es una historia maravillosa, el lenguaje es un atesoramiento, no le tengo miedo a otros formatos, pero creo que no voy a ser yo quien va a terminar defendiéndolos, sino que van a terminar resguardándose solos.

El artista colabora, actualmente, con: bandas de rock (Luxuria Jamaica Pub), solistas, y líricos (mayormente) jóvenes, por tanto no se siente identificado con una sola promoción, en su caso, la de la década de los noventa: a mí no me gusta esto de las generaciones, si mi vecino tiene dos autos y yo no tengo ninguno, para las estadísticas ambos tendremos un vehículo, en cuanto a las generaciones es lo mismo, hace que se cuelguen muchos (escritores) que no tienen ninguna importancia, o validez. Más que un grupo, prefiere hablar en plural: la generación somos todos, también colaboran los que no escriben, hay una figura tan importante como el escritor: el lector.

-¿Te sientes validado por esos lectores?

-Me siento más validado por ellos que por los escritores, porque estos últimos cuidan su rancho, muy preocupados de sus premios, el novelista penquista está muy metido en lo fashion, en el protagonismo…

-¿Qué significa para ti el éxito literario? ¿Va ligado a la venta de libros, a la fama?

-El triunfo de la literatura es cambiar los temas de conversación, cuando un ser humano tiene la posibilidad de sonreír frente a algo que antes le parecía amargo, es porque está viendo la vida desde otra perspectiva, cada uno de nosotros tiene que aprender a mirar en 360º.

-¿Admiras a otros escritores?

-Si te tengo que dar un nombre, aquí de Concepción: Damsi Figueroa, creo que ella rompe el promedio, por otro lado, a nivel nacional, me parece insolente que esperáramos un siglo para homenajear a Nicanor Parra, también me gustaría leer más columnas de Hernán Rivera Letelier, que nos hablara en extenso de la pampa (en algún diario).

-¿Qué escritores detestas?

-Me molestan muchos escritores; su omnipresencia, su acaparamiento, su vinculación al poder, no me interesa que alguien me venga a defender a Raúl Zurita, por ejemplo, lo encuentro un ser despreciable, él a caricaturizado la imagen del poeta para su beneficio (…) cómo va a ser que Diamela Eltit se casa con Raúl Zurita para ser alguien, como tan corrupto…

-¿Te acomodas con algún movimiento, vanguardia, o estética particular?

-La gran poesía chilena llegará hasta Teillier, Enrique Lihn, de ahí hay un estancamiento serio, del cual también soy parte, pero tomando en cuenta que me considero un poeta joven…

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-¿Qué cuenta, qué nos dice, de qué habla tú poesía?

-Hasta hoy había escuchado a millones de personas decir que ser rebelde era ir al choque con esta sociedad, ser violento, hoy creo que se es más revolucionario siendo celebrativo, demostrándole al mundo que la felicidad no tiene porque ser un espacio que lo definan las grandes tiendas comerciales.

-¿Más que la celebración de lo superficial, es una celebración de lo humano?

-Sí, la celebración mía no tiene que ver con si mi equipo de fútbol gana o pierde, la celebración es por jugar, por volver a jugar, por verme en una dinámica  profesional, esta agilización de la vida es lo que te hace ser parte del universo.

Epílogo

 Antes de despedirse, ya más distendido, con voz segura, grave, el poeta responde con duros términos, respecto al presente de la literatura criolla. En dos, tres palabras, se describe y adscribe como: un ser que no se conforma con la fomedad de este mundo. ¿Miedos? A la soledad absoluta, o un accidente que me complique las piernas. ¿Alegrías? Los amigos expresándose en cervezas, en tocatas, en lecturas. ¿Colores políticos? Izquierda, pero no una con la cabeza gacha, sino erguida, responsable de sus actos, una creativa, humanista. ¿Religión? Creo en la existencia de una fuerza mayor, que el ser humano jamás va a poder imaginar. ¿Momento más feliz de tu vida? Yo siempre escribo anécdotas felices, en un documento, el instante más feliz es cuando me doy el lujo de leerlas todas. ¿Peor momento de tu vida? Cuando quedé absolutamente ciego, y tuve que contarle a mi familia. ¿Poesía? Una buena fiesta. ¿Qué te produce ira? La poca consciencia de la gente, me dan ganas de matarlos, y no metafóricamente. ¿Qué te enternece? Las madrugadas, un día recién nacido, como que todo está partiendo, me encanta.

Respecto al futuro, Reveko se muestra esperanzador, incluso con la convicción de haber realizado algo significativo. Además de patrocinar una editorial audible – para personas ciegas – por la que, cuenta, deberá dividir su carrera en dos, argumenta lograr (además) nuevos lectores en este país, convertirlos en personas que gustan de la literatura. Un dato que avala estos dichos es, recientemente: haber logrado más de quinientos cincuenta copias vendidas, con Eslabón Perdido, su penúltimo poemario independiente.

Sin dudas, Christian Reveco Jara – Reveko de la Jara, para el mundo – es un testimonio vivo del patetismo, entendido patetismo pero no por su concepción negativa, o noción moderna, sino patético; por su naturaleza indomable, por su idea de superación ante la adversidad, ese postrero destino que parece haberle dado la espalda. En esta lucha, su antorcha, su estandarte, brilla con los colores del sentimiento humano más puro: la alegría. Quién dijo que los escritores eran seres negros, depresivos, proclives al suicidio. Día a día, Reveko nos enseña una lección digna de aprender; la genialidad de entender que caer (y creer) en la derrota, es la excusa de los mediocres, mientras que sonreír, es la de los sabios, los maduros, los grandes.

Entrevista redactada el 9 de Diciembre de 2014

por Francisco Valenzuela S.